*este audio solo es un demo
CICLOS
Este verano se acaba,
y asoma el crudo invierno
mis huesos se resquebrajan
se enfría el alma
en el gélido hielo
Y tu calor se distancia
y mi verdor se marchita
los bellos trinos se apagan
las penas se agravan
decaen las risas
Bendito quién en verano
acumuló provisiones
Para pasar el invierno
en cálidos corazones
Se acortan tanto los días
Se alarga mi oscura noche
Y tu recuerdo me brinda
hermoso refugio
de amor y alegría.
No te derrumbes mi alma
Aún nos queda camino
Resurge la primavera
Su amor nos renueva
florece la vida.
Bendito quién en verano
acumuló provisiones
Para pasar el invierno
En cálidos corazones
TRANSFONDO DE LA CANCION
La naturaleza nos lo enseña con sus estaciones. Ellas se suceden una tras otra y es así como avanza la vida. Siempre avanza, aunque lo haga dentro de ciclos repetitivos. Las 4 estaciones vuelven cada año que avanzamos, y nuestra vida no queda exenta de avanzar como en bucle. Nuestros estados también son cambiantes. El calor del verano da paso al frío del invierno. Nuestros momentos mas dichosos también se alejan para atravesar otros más oscuros. Lo importante es saber atesorar fortaleza de los momentos de abundancia, para cuándo nos toque atravesar por el crudo invierno.
“Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?... Me acuerdo de estas cosas y derramo mi alma dentro de mí, de cómo yo iba con la multitud y la conducía hasta la casa de Dios, entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta. ¿Por qué te abates, alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún he de alabarlo, ¡salvación mía y Dios mío! Dios mío, mi alma está abatida en mí. Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán y de los hermonitas, desde el monte Mizar... de día mandará Jehová su misericordia y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida”.
Salmos 42:2,4-6 y 8
El Salmista ha sido arrancado del hermoso calor del templo, de su oficio, de su pueblo, de aquello que lo llenaba de gozo y alegría, y fue desterrado al gélido frío de la diáspora. Allí, en la distancia, él alimentaba su espíritu con los recuerdos vividos en días plenos, donde disfrutó de aquellos momentos hermosos, que hoy ya no tenía.Él se confortaba con sus pensamientos, reviviendo y recreando lo que fue. Así animaba su alma, la sacaba del abatimiento, recordándole que el invierno, como su diáspora, era pasajero, que aún habría de venir la primavera, y que mientras tanto Dios, que aún estaba a su lado, lo venía a visitar allí donde se encontraba, con su misericordia.
Disfruta de lo que tienes, y que lo que hoy vivas sea tan hermoso que te sirva para cuándo atravieses períodos dolorosos, de escasez o soledad, pues estos trances también pasarán y darán lugar a nuevas situaciones de vida para que sigas creciendo y avanzando. No derroches ni malgastes tu tiempo. Aprovéchalo, y llena de tesoros tu corazón!